martes, 2 de octubre de 2007

Pacto de la Bandera y de la Corona

Pacto de la Bandera.
Extracto del libro:
HISTORIA OCULTA DE PCE
JOAN ESTRUCH
Ediciones Temas de Hoy, Madrid, 2000
(pag 238 y anteriores


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Para tratar esa cuestión al más alto nivel, el 28 de febrero (de 1977) Carrillo y Suárez se entrevistaron en secreto en el chalé de José Mario Armero. …………
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A esa base de conveniencias recíprocas se sumó la rápida sintonía que se produjo entre Suárez y Carrillo, que conversaron y fumaron de manera distendida durante más de cinco horas. Carrillo contaría con satisfacción que Suárez le había dicho: «En este país hay dos políticos: usted y yo.»
En esencia, llegaron a un acuerdo: el gobierno estaba dispuesto a afrontar la oposición del Ejército y legalizar al PCE antes de las elecciones de junio, pero el PCE tendría que comprometerse públicamente a respetar la monarquía y la unidad de España, además de desmarcarse de manera definitiva de la obediencia soviética. No fue un acuerdo puntual y aislado, sino el inicio de la larga colaboración política que ambos líderes establecieron durante la transición, creando una pinza para atenazar al PSOE. Una de las primeras manifestaciones de este tácito acuerdo se producirá en marzo, cuando Carrillo intervenga en la polémica sobre si Suárez podía presentarse a las elecciones. El líder comunista será el unico que se manifieste a favor, argumentando que Suárez sería «un freno al continuismo».

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El PCE, por su parte, cumplió su parte del pacto. De momento, dio consignas a su militancia para que expresara su alegría de manera discreta, evitando provocar a los ultras. El 14 de abril. Justamente en el aniversario de la República. Carrillo reunió el Comité Central en un hotel de Madrid. Era la primera vez, desde la guerra civil, que se reunía en España, y además legalmente, protegido por un fuerte dispositivo policial destinado a prevenir ataques ultras. Las sesiones estaban destinadas a aprobar el programa electoral y las candidaturas del partido de cara a las inminentes elecciones. Pero Carrillo pidió la palabra para tratar una «cuestión previa». Con voz solemne trazó una dramática descripción de la situación del país: era gravísima, y en cuestión de horas podía decantarse hacia la democracia o hacia la involución. Cuando todos estaban expectantes, con el alma en vilo, soltó la bomba: el PCE había de renunciar a la bandera republicana y aceptar la bandera monárquico-franquista, como símbolo de la monarquía y de la unidad de España. Si el PCE era legal, tenía que aceptar los símbolos institucionales de la legalidad. Y, además, la decisión tenía que tomarse ya, de inmediato.

El impacto fue tremendo. Enseguida comenzó una apasionada discusión: los que se oponían al cambio alegaban que una cuestión tan importante requería tiempo suficiente para consultar a las bases. Cuando comenzaba a abrirse paso la idea de posponer la decisión, Carrillo se impuso y dijo que había que votar allí mismo, sin dilación ninguna. Entre los gritos y las lágrimas de algunos, se pasó a la votación, y una amplia mayoría, haciendo de tripas corazón, aprobó el cambio de bandera. Carrillo había cuidado al máximo la puesta en escena para lograr que el cambio de bandera se interpretara como un sacrificio imprescindible para salvar el país de un golpe neofranquista. Hubo, a pesar de todo, once abstenciones, en su mayoría de vascos y catalanes, conscientes de los problemas que les acarrearía ostentar la bandera en Euskadi o Cataluña.
Nada más proclamarse el resultado, Carrillo hizo un gesto con la mano y de detrás de las cortinas apareció una bandera monárquica junto a la roja con la hoz y el martillo. Rápidamente se retiró la republicana, que hasta entonces había presidido las reuniones del partido. Éste fue el decorado de la rueda de prensa que se realizó a continuación. Aunque Carrillo lo tenía todo preparado, sólo algunos de sus más directos colaboradores sabían que aquel golpe teatral no era consecuencia de ningún suceso de última hora, sino la aplicación del pacto que él había establecido con Suárez unos meses antes. El presidente del gobierno se había tenido que enfrentar a los militares, y ahora exigía a Carrillo que cumpliera su parte. Por eso Armero, su enlace, estuvo aguardando en la cafetería del Hotel Meliá, cercana al lugar donde estaba reunido el Comité Central. Cuando Jaime Ballesteros salió de la reunión para comunicarle el resultado de la votación, Armero telefoneó de inmediato a Suárez, que pudo respirar tranquilo. Aquel mismo día convocó las elecciones generales para el 15 de junio. A partir de entonces, los comunistas se mostrarán muy escrupulosos en el cumplimiento del pacto de las banderas. En sus mítines, el servicio de orden impedirá, usando incluso la violencia, la presencia de banderas republicanas. En cambio, el PSOE continuará proclamándose republicano hasta el debate constitucional.
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Fin de la cita
¿Dónde la memoria histórica? ¿Ya no se acuerdan de ésto? Pues la contraprestación del pacto era la salida de las cloacas del PC. ¿deben los otros inclumplir su parte tambien?